viernes, 1 de febrero de 2013

Capítulo 19 :D


Miro por la ventana de la librería una última vez y suspiro. Va a ser mucho más difícil de lo que esperaba alejarme de todo. De mi familia, de mis amigos, de él…Alberto. Me ha pedido mil veces que le dejara acompañarme pero le he dicho que no a todas. No es que no quiera, todo lo contrario. Lo que no quiero es que vuelva a estar en peligro por mi culpa. No podré soportarlo. A pesar de que le voy a echar muchísimo de menos y de cada segundo teniéndole tan lejos vaya a dolerme como si faltara una parte de mí, sé cuál es mi deber. Y es alejarme de todo lo que quiero para protegerlo.
-Laura… ¿Estás bien? –La voz de Alistar me llega cargada de culpabilidad. Sé que se siente mal por mí, es lógico, pero nunca me ha gustado dar pena y nunca me gustará, por lo que me pongo derecha y asiento sonriendo. No voy a derrumbarme. Debo estar lista para luchar, para ganar y volver aquí. 
Viene hacia mí y me abraza con fuerza. Huele de una forma muy especial, imagino que será por algún perfume de Plutón, porque no es el típico olor que puedes encontrar en una tienda de perfumes, y tampoco me imagino a Alistar buscando colonias por tiendas raras.
Se separa y me sonríe dándome ánimos y le respondo con otro sonrisa. “Todo va a ir bien” me digo varias veces. “Sí, todo va a ir bien.” No me permito pensar que algo en nuestro plan podría fallar. No. Alistar y el resto de magos son fuertes. Yo soy fuerte. Somos muchos contra solo uno y vamos a conseguir lo que pretendemos. 
-¿Preparada? –Sin mirar atrás asiento y los dos nos acercamos a la puerta que nos llevara a un mundo extraño, al menos para mí. 
-Cierra los ojos. En un momento estaremos ahí. –Sonrío de manera inconsciente al oír su frase. Eso mismo le dije yo a Alberto hace unos días. Pensar en él me dado nuevas fuerzas para seguir adelante. Quiero volver a pasar momentos así a su lado, quiero pasar todo el tiempo que pueda con él y para eso, tengo que volver pronto y sana y salva. No puedo perder ni un instante. 
-Pues, adelante. –Con los ojos cerrados doy un paso al frente y noto dos segundos el vacío bajo mis pies. Al tercer segundo estoy otra vez sobre tierra. Abro los ojos y miro a mi alrededor. Todo es…increíble. No hay edificios, todo lo que puedo ver son como una especie de chalets de colores. Son enormes y tienen tres o cuatro puertas en la fachada principal, cada una de un tamaño y un color, con una inscripción en cada uno. Me fijo en las del chalet que tengo delante. “Lodit”, “Asoira”, “Fisat” y “edeb”. Éste último se repite en todos los chalets que veo.
-¿Qué significa eso? – Alistar se sorprende al oír mi pregunta y sigue mi mirada. 
-Ah, eso son los nombres de las personas que viven en cada casa. Cada puerta lleva al dormitorio o como se llama aquí, derit, de quienes habitan la casa. Dentro de ellas hay otra puerta que lleva a las salas principales, como el salón, el comedor, la cocina… -No puedo ocultar mi asombro. Ese sistema es tan distinto al nuestro…Además, no veo ninguna cerradura ni nada parecido, solo un pequeño pomo, por lo que por lo menos, la entrada principal debe abrirse con un hechizo. “Al menos no tienen el problema de perder las llaves.”
-¿Y el edeb?
-Esa es la entrada principal, la que usan los invitados. 
-Entiendo…-Alistar se ríe al ver mi expresión.
-Aquí las cosas son bastante diferentes, pero no te preocupes, he encargado que hicieran una casa para ti igual que las de la Tierra. Así todo será más fácil. 
-Muchas gracias. 
Alistar da un paso y mira a los lados. Parece que está buscando a alguien. Debe ver a quién esperaba, porque sonríe y camina hacia la derecha. Le sigo y veo a una chica joven, de unos veinte años. Es muy guapa. Tiene unos ojos de un color violeta y el pelo castaño rojizo, por los hombros y ondulado. Es alta, seguramente me sacara un poco más de una cabeza. Sonríe a Alistar con cariño y cuando están uno enfrente del otro se dan un tierno abrazo. Cuando se separan siguen sonriendo. No hay ninguna duda de que se tienen mucho cariño. 
-Alodia, esta es Laura. Es de quién te hable. -Al escuchar el nombre sé quién es. Alistar la nombró la tarde que nos enfadamos. Pero hay algo que no entiendo. Esta chica es muy joven, demasiado para Alistar. ¿No me dijo que se conocían desde hacía 100 años? Deben tener más o menos la misma edad y sin embargo…Ella no aparenta tener más de treinta y pocos años.  
-Encantada, Laura. –Ahora su amable sonrisa va dirigida a mí. 
-Igualmente. –Se gira de nuevo hacia Alistar y le mira varias veces con sorpresa. 
-Pero, Alistar, ¿Qué haces así?-Éste parpadea sorprendido y se mira. 
-¡Uy! Se me olvidaba que ya puedo mostrar mi verdadero aspecto. –¿¿Cómo que su verdadero aspecto?? Antes de que pueda preguntar algo, se separa de nosotras y tras unos segundos de concentración su cuerpo empieza a cambiar. Se vuelve un poco más alto y delgado, se le quita la barba y el pelo se le vuelve más corto y castaño. Lo único que sigue igual son sus ojos azules, porque hasta su sonrisa es diferente. Le miro con la boca abierta. ¡Ha rejuvenecido treinta años en un instante!
-Perdona, Laura. Al igual que Meanet cambio su aspecto para aparentar ser un profesor de veinte años yo lo hice para ser más mayor. No tenía por qué mostrar como soy realmente. 
- Hablando de Meanet…Tenemos novedades. –Al escuchar lo que Alodia le dice, Alistar se pone serio y me mira.
-Laura, vamos a tu casa. –Asiento sin preguntar siquiera, ya tendré tiempo de enterarme. 
Empezamos a andar y llegamos a una casa que sobresale entre las demás. Tiene tres pisos, es de color morado con las ventanas blancas y tiene solo una puerta.. Estoy sorprendida. No sólo se han tomado las molestias de construirme una casa, sino que además es realmente bonita. 
-Aquí es. Para que sea más segura solo podemos entrar nosotros tres y una cuarta persona que ya conocerás. Por ahora te dejamos sola, para entrar tienes que desearlo y ya, nosotros nos tenemos que ir. Dentro de poco volveremos a ver qué tal estás, mientras instálate en la casa. Hay tres dormitorios, elige el que quieras.
Sin darme un segundo para despedirme los dos desaparecen y me dejan sola. Me encantaría poder dar una vuelta, pero tendré que esperar a estar acompañada por alguien. Entro a la casa y me tumbo en la primera cama que encuentro. No tengo ganas ni ánimo para mirar las demás habitaciones.