viernes, 26 de julio de 2013

CAPÍTULO 22 :D

-¿Y qué vamos a hacer? –Ninguno me contesta. Ethan tiene la mirada clavada en mí y Alistar y Alodia se miran entre ellos.
-Pues…de momento, esconderte. –No puedo creer lo que escucho.
-¿Cómo que esconderme? ¿Me estás diciendo que he dejado atrás a mi familia, a mis amigos, a mi novio, a mi planeta, para esconderme aquí? ¡Para eso me hubiera quedado en mi casa! No, no voy a esconderme. Voy a ir a dónde esté y conseguiré vencerle. –No sé de donde sale tanta decisión, tanta valentía, pero una vez que empiezo no soy capaz de parar.
-Laura…entiendo que te sientas así…pero sin prepararte, no vas a conseguir nada.
-¿Y cuando voy a empezar a entrenar?
-Paciencia. –Parece que Alistar no entiende nada de lo que está pasando.
-Alistar, tienes que entender que para ella nada de esto es fácil.-Miro sorprendida a Ethan. Él me sonríe, como pidiéndome disculpas por todo lo que está pasando.
-Ya sé que no es fácil pero no podemos hacer otra cosa. –Decido que en ese momento lo mejor que puedo hacer es subir a mi habitación, y encerrarme hasta que sepan que hacer conmigo. Ojala estuviera Alberto conmigo. Él haría todo esto mucho más fácil, estaría a mi lado para apoyarme, para simplemente hacerme sentir que no estoy sola. Ahora mismo, a pesar de estar en un planeta lleno de gente, me siento más sola que nunca.
Me despido y subo a mi cuarto. Cierro la puerta y me tumbo en la cama. Cojo el móvil y me pongo a ver fotos, en cuanto veo a Alberto me derrumbo y soy incapaz de seguir pasándolas. Ojala pudiera llamarle y escuchar su voz una vez más, pero Alistar decidió que cualquier forma de comunicación con la Tierra podría delatar mi posición.
Me siento fatal por ser así. No hago más que llorar y protestar por todo, siempre creí que era una persona más fuerte, más decidida, que tenía las riendas de su vida.
En algún momento las perdí, y ahora las llevan Alistar y Meanet. Son ellos los que deciden que hacer, no soy más que un títere. Es hora de que las cosas cambien.
Dejo el móvil en la cama y me levanto. Cuando voy a abrir la puerta la abre Ethan.
-Hola. ¿Adónde vas?
-A hablar con ellos. Ethan, no puedo quedarme de brazos cruzados.
-Lo sé, por eso he subido a hablar contigo. Siéntate un momento.
Hago lo que dice y me siento en la cama.
-Dime.
-Verás…A mí esto me lo ha contado mi tía, se supone que es un secreto, pero creo que te vendrá bien saberlo. Por favor, no me interrumpas hasta que termine.
-Vale, solo escucho. –Suspira y cruza los hombros. Se acerca a mí y creo que va a sentarse a mi lado, pero en el último momento parece que cambia de opinión, porque vuelve a alejarse y se queda de pie.
-Pues…Antes de luchar Alistar con Meanet por primera vez, lo intentaron otros magos. Entre ellos, mis padres y Alodia. Todo esto fue mucho antes de que nosotros naciéramos. Probablemente, nadie de tu familia existiría. Mira, un mago vive mucho más tiempo que un humano, pero si un mago decide vivir para siempre en la Tierra, debe renunciar a este don, por decirlo así, y tener una vida humana. Bueno, sigo. Alodia no quería luchar contra él, porque había sido uno de sus mejores amigos y le quería, pero no tenía otra opción. Mis padres, sobre todo mi madre la convencieron. Se estuvieron preparando durante un tiempo, y cuando pensaban que ya estaban preparados fueron a por él. Meanet no era tan poderoso como ahora, y aun así el ganó. Casi consiguió matarles. Al poco tiempo desapareció y cuando se enteró Alistar se volvió loco y quiso vengarse, pero no le dejaron. El día que por fin se vio preparado y lo encontró, fue a luchar contra él, y como sabes, también le venció. Alistar quedó muy deprimido y afectado. Por eso, Laura, no quieren que te arriesgues tú también. Saben lo difícil que es quedarse quieto, pero tienes que entender que no tienen más opción.
-Lo siento, tuvo que ser muy duro. Pero es que no puedo soportarlo más.
-Lo sé. Ven aquí.
Él me tiende sus brazos, y yo sin pensarlo, le abrazo.
-¿Puedo pasar? –Alistar nos sorprende y nos separamos. Me giro para verle. Está parado en medio de la puerta, con cara de preocupación y culpa.
-Sí, aunque técnicamente ya has entrado. –Él sonríe y termina de pasar.
-Laura, quiero explicarte…
-No te preocupes Alistar, ya no hace falta. Solo quiero entrenar y poder vencerle. Estoy lista para empezar. –Aunque no le esté mirando, sé que Ethan está sonriendo.
 -Por supuesto que estás lista. Ser una gran maga está en tu sangre, ¿sabes? Tu abuelo era un mago extraordinario. Siempre que lo necesité estuvo para ayudarme, a mí y a cualquier otra persona. –Oírle hablar así de mi abuelo me emociona. Desde luego, no pienso decepcionarle. Voy a luchar por él, por Alistar, por Ethan y por todas las demás personas que están siendo amenazadas.
-De hecho, Laura, vas a seguir el mismo método de entrenamiento que él tuvo. Alodia está de acuerdo conmigo. Empezamos mañana por la mañana. Ahora descansa. Vamos, Ethan, déjala sola.
-Vale, adiós. Mañana me paso a buscarte a las doce. –Me despido con la mano de los dos y cuando veo por la ventana que ya están fuera de mi casa, bajo a prepararme algo para la cena. A la mañana siguiente, después de desayunar y ducharme, me pongo unos vaqueros y un sudadera verde con unas deportivas y salgo a la calle. Ethan ya me está esperando fuera.
Me sonríe cuando llego a su lado y empezamos a andar.
-¿Estás preparada?
-Sí, aunque estoy un poco nerviosa, espero poder hacerlo.
-Seguro que sí, venga, vamos, como no nos demos prisa vamos a llegar tarde. Vas a entrenar en mi casa, es la más grande.
Cuando llegamos a su casa, Alistar y Alodia nos abren la puerta antes de que terminemos de entrar en el porche. En cuanto entro, sé que no hay vuelta atrás. En este momento, sé que la historia no ha hecho nada más que empezar. Ahora me toca a mí escribirla como yo quiera, junto a las personas que estoy segura, me devolverán a mi planeta. Sé que no será fácil, pero estoy lista para poner el punto final. No tengo miedo, ya no.

 Dos días antes, en la Tierra…

En cuanto entro a la librería de Alistar, recuerdo todo lo que paso la última vez que estuve aquí. Rubén y Alistar luchando, Laura en medio. Rubén, mi profesor de física y química.
No me puedo creer que sea un mago que pretende hacer daño a tanta gente, entre ellos a mi novia. Y mucho menos que por eso ella tenga que irse a otro planeta, porque Rubén, o como me dijo ella que se llamaba, Meanet, no dudó en atacarme. De hecho, simplemente la frase “la magia existe” ya es algo a lo que no puedo encontrar sentido. Pero al parecer, lo tiene, y por eso estoy aquí.
Paso a la sala dónde todo pasó y me encuentro a Alistar. Parece preocupado y triste.
-Hola.
Levanta la vista y me mira sorprendido.
-Hola, Alberto. ¿Qué haces aquí?
-¿De verdad tiene que irse? ¿Por qué? ¿Y por qué no puedo ir con ella? -Mi enfado es lo único que impide que me derrumbe.
-Sí. Lo siento muchísimo. –Quiero decirle que no sirve de nada que lo sienta, que eso no va a hacer que Laura se quede aquí, pero consigo controlarme.
-Ya. Quiero que me ayudes.
-Claro. Dime.
-Quiero que le des esta carta a Laura. Bueno, no que se la des, que se la dejes en su mochila o en cualquier sitio para que pueda verla cuando llegue a Plutón. –
La coge y la deja encima de una mesa llena de papeles y libros antiguos.
-Me aseguraré de que sea así. ¿Algo más?
-Sí. Necesito que me hagas una promesa.
-¿Cuál?-Levanto la mirada y la clavo en la suya.
-Que la mantengas a salvo. Si yo no puedo protegerla, hazlo tú. ¿Me lo prometes?
-Te lo prometo.

-Bien. Contaba con ello. Adiós, Alistar. Espero verte pronto. –En cuanto termino de hablar, me doy la vuelta y me voy. Pensaba ir a verla, pero no soy capaz. En todo el camino hasta casa, no pienso en nada más que no sea ella, y que espero que Alistar sea capaz de cumplir su promesa.