-¿Y qué
vamos a hacer? –Ninguno me contesta. Ethan tiene la mirada clavada en mí y Alistar
y Alodia se miran entre ellos.
-Pues…de
momento, esconderte. –No puedo creer lo que escucho.
-¿Cómo
que esconderme? ¿Me estás diciendo que he dejado atrás a mi familia, a mis
amigos, a mi novio, a mi planeta, para esconderme aquí? ¡Para eso me hubiera
quedado en mi casa! No, no voy a esconderme. Voy a ir a dónde esté y conseguiré
vencerle. –No sé de donde sale tanta decisión, tanta valentía, pero una vez que
empiezo no soy capaz de parar.
-Laura…entiendo
que te sientas así…pero sin prepararte, no vas a conseguir nada.
-¿Y
cuando voy a empezar a entrenar?
-Paciencia.
–Parece que Alistar no entiende nada de lo que está pasando.
-Alistar,
tienes que entender que para ella nada de esto es fácil.-Miro sorprendida a
Ethan. Él me sonríe, como pidiéndome disculpas por todo lo que está pasando.
-Ya sé
que no es fácil pero no podemos hacer otra cosa. –Decido que en ese momento lo
mejor que puedo hacer es subir a mi habitación, y encerrarme hasta que sepan
que hacer conmigo. Ojala estuviera Alberto conmigo. Él haría todo esto mucho
más fácil, estaría a mi lado para apoyarme, para simplemente hacerme sentir que
no estoy sola. Ahora mismo, a pesar de estar en un planeta lleno de gente, me
siento más sola que nunca.
Me
despido y subo a mi cuarto. Cierro la puerta y me tumbo en la cama. Cojo el
móvil y me pongo a ver fotos, en cuanto veo a Alberto me derrumbo y soy incapaz
de seguir pasándolas. Ojala pudiera llamarle y escuchar su voz una vez más,
pero Alistar decidió que cualquier forma de comunicación con la Tierra podría
delatar mi posición.
Me
siento fatal por ser así. No hago más que llorar y protestar por todo, siempre
creí que era una persona más fuerte, más decidida, que tenía las riendas de su
vida.
En algún
momento las perdí, y ahora las llevan Alistar y Meanet. Son ellos los que
deciden que hacer, no soy más que un títere. Es hora de que las cosas cambien.
Dejo el
móvil en la cama y me levanto. Cuando voy a abrir la puerta la abre Ethan.
-Hola.
¿Adónde vas?
-A
hablar con ellos. Ethan, no puedo quedarme de brazos cruzados.
-Lo sé,
por eso he subido a hablar contigo. Siéntate un momento.
Hago lo
que dice y me siento en la cama.
-Dime.
-Verás…A
mí esto me lo ha contado mi tía, se supone que es un secreto, pero creo que te
vendrá bien saberlo. Por favor, no me interrumpas hasta que termine.
-Vale,
solo escucho. –Suspira y cruza los hombros. Se acerca a mí y creo que va a
sentarse a mi lado, pero en el último momento parece que cambia de opinión,
porque vuelve a alejarse y se queda de pie.
-Pues…Antes
de luchar Alistar con Meanet por primera vez, lo intentaron otros magos. Entre
ellos, mis padres y Alodia. Todo esto fue mucho antes de que nosotros
naciéramos. Probablemente, nadie de tu familia existiría. Mira, un mago vive
mucho más tiempo que un humano, pero si un mago decide vivir para siempre en la
Tierra, debe renunciar a este don, por decirlo así, y tener una vida humana. Bueno,
sigo. Alodia no quería luchar contra él, porque había sido uno de sus mejores
amigos y le quería, pero no tenía otra opción. Mis padres, sobre todo mi madre
la convencieron. Se estuvieron preparando durante un tiempo, y cuando pensaban
que ya estaban preparados fueron a por él. Meanet no era tan poderoso como
ahora, y aun así el ganó. Casi consiguió matarles. Al poco tiempo desapareció y
cuando se enteró Alistar se volvió loco y quiso vengarse, pero no le dejaron.
El día que por fin se vio preparado y lo encontró, fue a luchar contra él, y
como sabes, también le venció. Alistar quedó muy deprimido y afectado. Por eso,
Laura, no quieren que te arriesgues tú también. Saben lo difícil que es
quedarse quieto, pero tienes que entender que no tienen más opción.
-Lo
siento, tuvo que ser muy duro. Pero es que no puedo soportarlo más.
-Lo sé.
Ven aquí.
Él me
tiende sus brazos, y yo sin pensarlo, le abrazo.
-¿Puedo
pasar? –Alistar nos sorprende y nos separamos. Me giro para verle. Está parado
en medio de la puerta, con cara de preocupación y culpa.
-Sí,
aunque técnicamente ya has entrado. –Él sonríe y termina de pasar.
-Laura,
quiero explicarte…
-No te
preocupes Alistar, ya no hace falta. Solo quiero entrenar y poder vencerle.
Estoy lista para empezar. –Aunque no le esté mirando, sé que Ethan está
sonriendo.
-Por supuesto que estás lista. Ser una gran
maga está en tu sangre, ¿sabes? Tu abuelo era un mago extraordinario. Siempre
que lo necesité estuvo para ayudarme, a mí y a cualquier otra persona. –Oírle
hablar así de mi abuelo me emociona. Desde luego, no pienso decepcionarle. Voy
a luchar por él, por Alistar, por Ethan y por todas las demás personas que
están siendo amenazadas.
-De
hecho, Laura, vas a seguir el mismo método de entrenamiento que él tuvo. Alodia
está de acuerdo conmigo. Empezamos mañana por la mañana. Ahora descansa. Vamos,
Ethan, déjala sola.
-Vale,
adiós. Mañana me paso a buscarte a las doce. –Me despido con la mano de los dos
y cuando veo por la ventana que ya están fuera de mi casa, bajo a prepararme
algo para la cena. A la mañana siguiente, después de desayunar y ducharme, me pongo
unos vaqueros y un sudadera verde con unas deportivas y salgo a la calle. Ethan
ya me está esperando fuera.
Me
sonríe cuando llego a su lado y empezamos a andar.
-¿Estás
preparada?
-Sí,
aunque estoy un poco nerviosa, espero poder hacerlo.
-Seguro
que sí, venga, vamos, como no nos demos prisa vamos a llegar tarde. Vas a
entrenar en mi casa, es la más grande.
Cuando
llegamos a su casa, Alistar y Alodia nos abren la puerta antes de que
terminemos de entrar en el porche. En cuanto entro, sé que no hay vuelta atrás.
En este momento, sé que la historia no ha hecho nada más que empezar. Ahora me
toca a mí escribirla como yo quiera, junto a las personas que estoy segura, me
devolverán a mi planeta. Sé que no será fácil, pero estoy lista para poner el
punto final. No tengo miedo, ya no.
Dos días antes, en la Tierra…
En cuanto entro a la librería de Alistar,
recuerdo todo lo que paso la última vez que estuve aquí. Rubén y Alistar
luchando, Laura en medio. Rubén, mi profesor de física y química.
No me puedo creer que sea un mago que pretende
hacer daño a tanta gente, entre ellos a mi novia. Y mucho menos que por eso
ella tenga que irse a otro planeta, porque Rubén, o como me dijo ella que se
llamaba, Meanet, no dudó en atacarme. De hecho, simplemente la frase “la magia
existe” ya es algo a lo que no puedo encontrar sentido. Pero al parecer, lo
tiene, y por eso estoy aquí.
Paso a la sala dónde todo pasó y me encuentro
a Alistar. Parece preocupado y triste.
-Hola.
Levanta la vista y me mira sorprendido.
-Hola, Alberto. ¿Qué haces aquí?
-¿De verdad tiene que irse? ¿Por qué? ¿Y por
qué no puedo ir con ella? -Mi enfado es lo único que impide que me derrumbe.
-Sí. Lo siento muchísimo. –Quiero decirle que
no sirve de nada que lo sienta, que eso no va a hacer que Laura se quede aquí,
pero consigo controlarme.
-Ya. Quiero que me ayudes.
-Claro. Dime.
-Quiero que le des esta carta a Laura. Bueno,
no que se la des, que se la dejes en su mochila o en cualquier sitio para que
pueda verla cuando llegue a Plutón. –
La coge y la deja encima de una mesa llena de
papeles y libros antiguos.
-Me aseguraré de que sea así. ¿Algo más?
-Sí. Necesito que me hagas una promesa.
-¿Cuál?-Levanto la mirada y la clavo en la
suya.
-Que la mantengas a salvo. Si yo no puedo
protegerla, hazlo tú. ¿Me lo prometes?
-Te lo prometo.
-Bien. Contaba con ello. Adiós, Alistar.
Espero verte pronto. –En cuanto termino de hablar, me doy la vuelta y me voy. Pensaba
ir a verla, pero no soy capaz. En todo el camino hasta casa, no pienso en nada
más que no sea ella, y que espero que Alistar sea capaz de cumplir su promesa.