viernes, 3 de agosto de 2012

Capítulo 16:)



Así, abrazada a él, tumbada en un precioso parque y observando las nubes que invadían el cielo azul, me parecía estar en un sueño. Y realmente si así era mi realidad, soñar no me servía de nada, jamás superaría este momento a su lado.
-¿En que piensas?-Una amplia sonrisa se extendió por su cara. 
-En que cuando estoy contigo es como estar en un sueño, y cuando no, tengo que enfrentarme a la “dura” realidad. Es como si estuviera entre la espada y la pared, entre el sueño y la realidad.
Me quedé pensando en lo que acababa de decir, cuando él rompió a reír y me abrazó más fuerte. La verdad es que sonaba un poco absurdo. ¿Entre el sueño y la realidad? Que tontería.
-¿Y que le pasa a tu realidad?
-Pues…es agobiante. Quiero decir, por todo eso de Alistar, Rubén y mi abuelo…Siento que estoy en medio de una lucha, por decirlo de alguna manera. Confío en Alistar, pero no sé cómo puedo ayudarle y eso es lo peor. Que él también confía en mí. Y mi abuelo igual. Y está Meanet, quiero decir Rubén, que no sé que piensa hacer. Y pff,  siento que algo falla, que estoy pasando por alto algo importante…
-No te preocupes. Ya verás pronto te das cuenta de que es. Y bueno, no sé muy bien de que va todo esto, pero estoy seguro de que serás capaz de hacerle frente, yo estaré a tu lado para apoyarte.
Nos incorporamos los dos a la vez y paso un brazo por mis hombros.
-No te preocupes, ¿vale? Además, ahora estás conmigo, no pienses en nada más.
-Vale.
-Venga, vámonos. Todavía queda el sitio sorpresa. –Le miré y sonreí.
-Solo una pregunta, ¿está muy lejos?
Se rió y me ayudó a levantarme.
-Bueno, si salimos ahora, en unas dos horas estaremos ahí.
-¿En serio? No, ¿verdad?
-No, claro que no. Una vez que salgamos del parque, está a un cuarto de hora, creo. Llevo mucho sin ir.
-Bueno, podría ser peor.
-Pues sí, además estás conmigo. ¿Eso no mejora algo las cosas?
-Eso las mejora del todo. Venga, pongámonos en marcha. –
No había dado ni dos pasos cuando me puso las manos en la cintura y me empujo suavemente contra él. Cuando nuestros labios se encontraron, como otras tantas veces en ese día, sentí como un torbellino de felicidad recorría mi cuerpo.
Empezamos a andar y cuando llegamos a la puerta del parque  me tapó los ojos con un pañuelo.
-¿Y esto?
-Es una sorpresa. No puedes ver ni por dónde vamos.
-¡Pero no voy a ver nada!
-En eso consiste.  No te preocupes, yo seré tu guía.
-De acuerdo…Pero dame la mano, no me vaya a chocar contra algo, o peor aún, contra alguien.
Nos reímos los dos y noté su mano aferrada a la mía. La apreté fuerte y empezamos a andar.
-¿Queda mucho? –No tenía problema en andar, pero con los ojos tapados. ..Me sentía muy incómoda sin poder ver por donde pisaba, a pesar de tener a Alberto a mi lado guiándome.
-¡Que quejica eres!
-No…es que me resulta raro andar sin ver por dónde piso.
-No te preocupes. Yo te llevo, ¿crees que iba a dejar que te chocaras con algo?
-Claro que no, pero es una sensación extraña. Lo ves todo negro y sabes que no es así, que a tu alrededor hay farolas, semáforos, gente paseando, carreteras y demás,
-¿Quieres que te vaya describiendo todo lo que veo?- Al principio creí que lo decía en broma, pero su tono era serio.
-No, no hace falta. Tampoco es eso. –Oí como reía y esbocé una sonrisa.
-Vale, Laura. Ahora, cuando te diga gira hacia tu derecha, ¿vale?
-Vale. –Bajé un poco el ritmo y extiendí una mano intentando tocar algo. Al momento  noté como algo me agarraba, pero antes de que pudiera gritar o hacer cualquier otra cosa, Alberto me tapó la boca.
-Tranquila. Gira a la derecha.
Lo hice con cuidado, tanteando lo que había a mi alrededor. Cuando giré, me cogió de la otra mano y seguimos andando.
-A partir de aquí todo es en línea recta. Ya casi estamos.
El resto del camino fue en silencio. No dejaba de pensar en qué podía ser ese sitio sorpresa. Ni siquiera tenía una ligera idea. Las adivinanzas nunca fueron lo mío. Seguimos andando durante diez minutos aproximandamente, en los que intenté adivinar algo por lo que oía a mi alrededor. Me pareció que nos alejábamos del ruido de la ciudad. Poco a poco, estábamos dejando a atrás el ruido de la gente y los coches circulando por las calles.
Sí. Definitivamente, nos estábamos alejando. Intenté recordar que había a las afueras, pero solo recordaba la salida que más cerca estaba de mi casa y desde luego, por esa no podíamos salir. Suspiré y abandoné definitivamente la idea de averiguar a dónde íbamos antes de llegar. Cerré los ojos y me dejé llevar.
Cuando paramos, Alberto me quitó la venda de los ojos y tras pestañear varias veces, miré a nuestro alrededor. Delante nuestra había una gran casa antigua. Las paredes eran beis y el tejado era de tejas azul oscuro. La puerta era grande y marrón. Tenía en la fachada principal dos ventanas, las dos con balcón. En la parte de detrás parecía haber un jardín.
Me giré y miré a Alberto.
-Es la antigua casa de mis abuelos. Hace unos años de mudaron a un piso, pero no quisieron vender esta. ¿Te gusta?
-Sí, es preciosa. Pero, ¿por qué me has traído aquí?
-Ahora lo verás. Venga, vamos a entrar. –Me dio la mano y abrió la puerta con una vieja llave que tenía en su bolsillo. Entramos y me llevó hasta la cocina-comedor. Era una habitación grande, con el suelo marrón y las paredes de un blanco roto. Había una única ventana, por lo que no había demasiada luz en la habitación. Estaban todos los muebles propios de una cocina y al fondo, una pequeña mesa con dos sillas y una tele. Fue hasta la nevera y sacó una pequeña cesta de picnic.
-¿Quieres ver el resto de la casa?
-Sí, si no te importa. Me gusta mucho. –Me sonrió y me llevó a las distintas habitaciones de esa planta. Había un baño pequeño, una habitación con una cama de matrimonio y otra más pequeña, con dos camas y un escritorio. En la planta de arriba había otras dos habitaciones, la dos que tenían balcón y otro baño, mucho más grande que el anterior. Sin duda, era una casa preciosa.
-Me encanta.
-¿Sí? De pequeño me gustaba mucho investigar todas las habitaciones. Me metía debajo de las camas, en los armarios, iba al jardín y me imaginaba que en algún momento viviría aquí.
Bajó la mirada y antes de que pudiera decir nada, me cogió de la mano y bajamos para ir al jardín. Era grande, todo cubierto de césped verde. En una esquina había un pequeño pozo y en otra un gran pino. En el centro, había una mesita y dos sillas.
-¿Nos sentamos?
-Vale.
Dejó la pequeña cesa de picnic en la mesita y la abrió. Sacó dos coca-colas, una light y una normal, dos vasos y unos sándwiches.
-Perdona la comida…No he tenido tiempo de preparar…-Le corté antes de que pudiera terminar.
-No pasa nada. Es perfecto. Me encanta este sitio. –No podía pedirle más. Estaba a su lado y eso era todo lo que quería en ese momento. 

6 comentarios:

  1. No esta mal me gusta pero el sitio no me onvence... a lo mejor es pk todavia no as revelado todos sus secretos
    un beso Sergio

    ResponderEliminar
  2. Que romántico quien encontrara un chico como el jeje

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajaja muchaas graacias^^ bueno, se esconden, peero existir existeeen ;)

      Eliminar
  3. ME ENCANTA *----* El final es precioso :3 ¿Cuándo subes más? Tengo ganas de leer jajajaja ^^
    ¡Un besazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me aleegro!^^ pues estoy vacaciones asíque no lo sé..espero que antes del fin de semana que viene:)pero no lo sé seguro..depende de como vaya el wifi..xD
      Un beeso!^^

      Eliminar