Así, abrazada a él, tumbada
en un precioso parque y observando las nubes que invadían el cielo azul, me
parecía estar en un sueño. Y realmente si así era mi realidad, soñar no me
servía de nada, jamás superaría este momento a su lado.
-¿En que piensas?-Una amplia
sonrisa se extendió por su cara.
-En que cuando estoy contigo
es como estar en un sueño, y cuando no, tengo que enfrentarme a la “dura”
realidad. Es como si estuviera entre la espada y la pared, entre el sueño y la
realidad.
Me quedé pensando en lo que
acababa de decir, cuando él rompió a reír y me abrazó más fuerte. La verdad es
que sonaba un poco absurdo. ¿Entre el sueño y la realidad? Que tontería.
-¿Y que le pasa a tu
realidad?
-Pues…es agobiante. Quiero
decir, por todo eso de Alistar, Rubén y mi abuelo…Siento que estoy en medio de
una lucha, por decirlo de alguna manera. Confío en Alistar, pero no sé cómo
puedo ayudarle y eso es lo peor. Que él también confía en mí. Y mi abuelo
igual. Y está Meanet, quiero decir Rubén, que no sé que piensa hacer. Y pff, siento que algo falla, que estoy pasando por
alto algo importante…
-No te preocupes. Ya verás
pronto te das cuenta de que es. Y bueno, no sé muy bien de que va todo esto,
pero estoy seguro de que serás capaz de hacerle frente, yo estaré a tu lado
para apoyarte.
Nos incorporamos los dos a la
vez y paso un brazo por mis hombros.
-No te preocupes, ¿vale?
Además, ahora estás conmigo, no pienses en nada más.
-Vale.
-Venga, vámonos. Todavía
queda el sitio sorpresa. –Le miré y sonreí.
-Solo una pregunta, ¿está muy
lejos?
Se rió y me ayudó a
levantarme.
-Bueno, si salimos ahora, en
unas dos horas estaremos ahí.
-¿En serio? No, ¿verdad?
-No, claro que no. Una vez
que salgamos del parque, está a un cuarto de hora, creo. Llevo mucho sin ir.
-Bueno, podría ser peor.
-Pues sí, además estás
conmigo. ¿Eso no mejora algo las cosas?
-Eso las mejora del todo.
Venga, pongámonos en marcha. –
No había dado ni dos pasos
cuando me puso las manos en la cintura y me empujo suavemente contra él. Cuando
nuestros labios se encontraron, como otras tantas veces en ese día, sentí como
un torbellino de felicidad recorría mi cuerpo.
Empezamos a andar y cuando
llegamos a la puerta del parque me tapó
los ojos con un pañuelo.
-¿Y esto?
-Es una sorpresa. No puedes ver
ni por dónde vamos.
-¡Pero no voy a ver nada!
-En eso consiste. No te preocupes, yo seré tu guía.
-De acuerdo…Pero dame la
mano, no me vaya a chocar contra algo, o peor aún, contra alguien.
Nos reímos los dos y noté su
mano aferrada a la mía. La apreté fuerte y empezamos a andar.
-¿Queda mucho? –No tenía
problema en andar, pero con los ojos tapados. ..Me sentía muy incómoda sin
poder ver por donde pisaba, a pesar de tener a Alberto a mi lado guiándome.
-¡Que quejica eres!
-No…es que me resulta raro
andar sin ver por dónde piso.
-No te preocupes. Yo te
llevo, ¿crees que iba a dejar que te chocaras con algo?
-Claro que no, pero es una
sensación extraña. Lo ves todo negro y sabes que no es así, que a tu alrededor
hay farolas, semáforos, gente paseando, carreteras y demás,
-¿Quieres que te vaya
describiendo todo lo que veo?- Al principio creí que lo decía en broma, pero su
tono era serio.
-No, no hace falta. Tampoco
es eso. –Oí como reía y esbocé una sonrisa.
-Vale, Laura. Ahora, cuando
te diga gira hacia tu derecha, ¿vale?
-Vale. –Bajé un poco el ritmo
y extiendí una mano intentando tocar algo. Al momento noté como algo me agarraba, pero antes de que
pudiera gritar o hacer cualquier otra cosa, Alberto me tapó la boca.
-Tranquila. Gira a la
derecha.
Lo hice con cuidado,
tanteando lo que había a mi alrededor. Cuando giré, me cogió de la otra mano y
seguimos andando.
-A partir de aquí todo es en
línea recta. Ya casi estamos.
El resto del camino fue en
silencio. No dejaba de pensar en qué podía ser ese sitio sorpresa. Ni siquiera
tenía una ligera idea. Las adivinanzas nunca fueron lo mío. Seguimos andando durante
diez minutos aproximandamente, en los que intenté adivinar algo por lo que oía
a mi alrededor. Me pareció que nos alejábamos del ruido de la ciudad. Poco a
poco, estábamos dejando a atrás el ruido de la gente y los coches circulando
por las calles.
Sí. Definitivamente, nos
estábamos alejando. Intenté recordar que había a las afueras, pero solo
recordaba la salida que más cerca estaba de mi casa y desde luego, por esa no
podíamos salir. Suspiré y abandoné definitivamente la idea de averiguar a dónde
íbamos antes de llegar. Cerré los ojos y me dejé llevar.
Cuando paramos, Alberto me
quitó la venda de los ojos y tras pestañear varias veces, miré a nuestro alrededor.
Delante nuestra había una gran casa antigua. Las paredes eran beis y el tejado
era de tejas azul oscuro. La puerta era grande y marrón. Tenía en la fachada
principal dos ventanas, las dos con balcón. En la parte de detrás parecía haber
un jardín.
Me giré y miré a Alberto.
-Es la antigua casa de mis
abuelos. Hace unos años de mudaron a un piso, pero no quisieron vender esta.
¿Te gusta?
-Sí, es preciosa. Pero, ¿por
qué me has traído aquí?
-Ahora lo verás. Venga, vamos
a entrar. –Me dio la mano y abrió la puerta con una vieja llave que tenía en su
bolsillo. Entramos y me llevó hasta la cocina-comedor. Era una habitación
grande, con el suelo marrón y las paredes de un blanco roto. Había una única
ventana, por lo que no había demasiada luz en la habitación. Estaban todos los
muebles propios de una cocina y al fondo, una pequeña mesa con dos sillas y una
tele. Fue hasta la nevera y sacó una pequeña cesta de picnic.
-¿Quieres ver el resto de la
casa?
-Sí, si no te importa. Me
gusta mucho. –Me sonrió y me llevó a las distintas habitaciones de esa planta.
Había un baño pequeño, una habitación con una cama de matrimonio y otra más
pequeña, con dos camas y un escritorio. En la planta de arriba había otras dos
habitaciones, la dos que tenían balcón y otro baño, mucho más grande que el
anterior. Sin duda, era una casa preciosa.
-Me encanta.
-¿Sí? De pequeño me gustaba
mucho investigar todas las habitaciones. Me metía debajo de las camas, en los
armarios, iba al jardín y me imaginaba que en algún momento viviría aquí.
Bajó la mirada y antes de que
pudiera decir nada, me cogió de la mano y bajamos para ir al jardín. Era
grande, todo cubierto de césped verde. En una esquina había un pequeño pozo y
en otra un gran pino. En el centro, había una mesita y dos sillas.
-¿Nos sentamos?
-Vale.
Dejó la pequeña cesa de
picnic en la mesita y la abrió. Sacó dos coca-colas, una light y una normal,
dos vasos y unos sándwiches.
-Perdona la comida…No he tenido
tiempo de preparar…-Le corté antes de que pudiera terminar.
-No pasa nada. Es perfecto.
Me encanta este sitio. –No podía pedirle más. Estaba a su lado y eso era todo
lo que quería en ese momento.
No esta mal me gusta pero el sitio no me onvence... a lo mejor es pk todavia no as revelado todos sus secretos
ResponderEliminarun beso Sergio
jajaja ya te lo dije...;)
Eliminarun beeso
Que romántico quien encontrara un chico como el jeje
ResponderEliminarjajaja muchaas graacias^^ bueno, se esconden, peero existir existeeen ;)
EliminarME ENCANTA *----* El final es precioso :3 ¿Cuándo subes más? Tengo ganas de leer jajajaja ^^
ResponderEliminar¡Un besazo!
Me aleegro!^^ pues estoy vacaciones asíque no lo sé..espero que antes del fin de semana que viene:)pero no lo sé seguro..depende de como vaya el wifi..xD
EliminarUn beeso!^^