jueves, 24 de mayo de 2012

CAPÍTULO 13:D

“No puede ser. No puede estar aquí.” Me froté los ojos varias veces, esperando que desapareciera, que fuera un producto de mi imaginación, pero no. Seguí ahí y parecía tan real como yo. Me acerqué despacio y él sonrió tristemente. Cuando estaba a apenas unos centímetros me di cuenta de que no era real, sino solo una proyección. Muy real, eso sí. Miré sorprendida a Alistar y él pareció saber lo que estaba pensando.
-Es solo una imagen. Lamentablemente, tu abuelo no esta aquí.
-Sí, me he dado cuenta.
-Laura…
-¿Qué pasa?-No podía evitar estar enfadada. No entendía porque no me lo había explicado todo desde el principio. Me hubiera ahorrado bastantes cosas.
-Te entiendo. -¿Qué? ¿Qué quería decir? ¿Cómo que me entendía? No, no lo hacía. No tenía ni idea. Él había sido siempre  un mago, su vida había sido siempre la misma. No sabía lo que era ver como tu mundo cambiaba sin que lo pudieras evitar. Él no tenía un estúpido don. Él tenía lo que quería, podía elegir, y yo no.
-No.
-¿Cómo que no? –Parecía enfadado.
-Pues eso, que no.
-Estás muy equivocada, Laura. ¿Qué piensas? ¿Qué eres tú la única víctima de todo esto? –Sí, se había enfadado. –Por si no lo sabes, yo perdí a mi mejor amigo, era como mi hermano. Y también mi vida. Si no se hubiera ido, hubiera vivido en mi mundo, con mis amigos y mi familia. Me hubiera casado y hubiera vivido lo que siempre deseé. Pero no fue así. ¿Y ves que me queje? No, aquí estoy. No me he rendido, porque este es mi deber. Y hasta que no consiga atrapar a Rubén y saber que planea hacer contigo no me rendiré.
No supe que decir. No me había dado cuenta de eso. Por una vez, me puse en su lugar. Me imaginé viendo como Lucía se convertía en mi enemiga y mi misión era atraparla para llevarla a una prisión. Me imaginé luchando contra ella sin ninguna otra opción, sabiendo que si la hacía daño no me lo podría perdonar. Y por último, me imaginé estar en un planeta desconocido sola, lejos de todo lo que quería junto a mí.
Pff. Y yo decía de mí…Bajé la cara con vergüenza. 
-Lo siento, Alistar…
-No pasa nada. Por una parte te entiendo.-Le miré a los ojos con sorpresa. –Sí. De una u otra manera, yo ya sabía lo que pasaría tarde o temprano y disfruté al máximo con Meanet y Alodia. Tú no tenías manera de saber lo que te esperaba y de un día para otro tu vida ha cambiado.
-Además, cuando te oí hablando con Meanet y dijiste que me estabas utilizando fue horrible. Me sentí fatal, porque confiaba en ti y me habías fallado, y claro…
-¿Qué? ¿Me oíste hablar con él?
-Sí…
-Pero, ¿cómo?
-Tuve un sueño bastante raro. Quería contártelo y por eso vine a la papelería. Cuando llegué te oí hablar con alguien, y aunque la voz me sonaba, no llegaba a identificarla. Abrí la puerta y te vi hablando con él. Le dijiste que yo era la única capaz de conduciros hasta un cofre y que debía apartarse de tu camino, porque si no no lo conseguirías. También os oí hablar de mi abuelo.
-¿Y eso te llevó a averiguarlo todo sobre Adolfo?
-Si…
-Supongo que por eso estás aquí, buscando una explicación.
-Sí. ¿Vas a decirme ya la verdad?
-Lo siento pero no…
Antes de que pudiera contestar, volvió a hablar.
-…¡No seas impaciente! La vas a saber, pero no porqué yo te la vaya a contar. Ese no es mi trabajo.
En ese momento lo entendí todo. Me giré y miré a mi abuelo. Él asintió y me hizo un gesto para que fuera hacia él.
-Bueno, Laura…Es hora de que conozcas la verdad. –Sin saber porque me puse nerviosa, y noté como todo me cuerpo temblaba. -¿Estás preparada?
Después de varios intentos, logré balbucear un tímido “sí.”
Alistar me trae una silla y tras sentarme, miré a mi abuelo, que enseguida empezó a hablar.
-Desde mi tatarabuelo, ha habido magos en la familia. Él se llamaba Lilés. Nació en Plutón, pero cuando sus padres y su hermana murieron en un accidente, vino a este planeta. No sabía que iba a encontrar aquí, pero quería olvidarse de todo lo que le había atado a su mundo. Cuando llevaba aquí apenas una década y su aspecto era de un joven de 25 años, conoció a alguien. Mi tatarabuela, Maribel. Se enamoró de ella y se casaron, pero antes de eso le contó su secreto, es decir, que era un mago. A Maribel no le importó. Quería a Lilés por encima de cualquier otra cosa. A los pocos años tuvieron un hijo, mi bisabuelo. Éste heredó los poderes de su padre y cuando  tuvo 50 años, bajo otra apariencia, volvió a Plutón. Allí pasó el resto de su vida, y se casó con otra maga, con la que tuvo dos hijos, una niña, Silea, y un niño, Atalis. Solo él heredó los poderes de sus padres y deseoso de conocer el lugar en el que su abuelo había encontrado a su mujer, viajó a aquí. Y se enamoró de este planeta, tanto que no volvió al suyo. Formó una familia, y tuvo a mi abuelo, quién con 15 años se casó con mi abuela, Isabel. Éste murió muy joven, con 30 años, y no tuvo nunca ningún don. Mi padre, Juan, tampoco. Durante un período corto, se creyó que la magia había desaparecido de nuestras vidas para siempre, pero eso duró poco, ya que yo nací  siendo mago. Mis padres lo celebraron y me mandaron  a Plutón para que pudiera aprender a usar mis poderes solo, aun que sabían que a pesar de no ser magos, podrían vivir ahí. De hecho, en Plutón hay mucha gente que no es mago.
En poco tiempo completé mis estudios, volví aquí y me encontré con Alistar. Él estaba buscando a Meanet. Le ayudé y juntos intentamos descubrir dónde se encontraba, pero fue imposible. Hasta que tú naciste. En ese mismo instante, se dejó ver y no solo eso, fue a ver a Alistar para hablarle de ti. Alistar, por supuesto, no le dijo nada de ti y Meanet se enfadó. Le dijo que podías suponer un peligro para todos, y que tenías que estar vigilada. Alistar no le hizo caso y le ordenó que se fuera. Él  desapareció y no volvimos a verle hasta que tú viniste aquí y le hablaste a Alistar de él. Desde ese momento le tenemos localizado, pero seguimos sin saber que se trae entre manos. –
Estaba dándole vueltas a todo lo que acababa de decir, cuando la puerta se abrió de golpe.
-¡Alistar! –Nos giramos los tres a la vez, y ahí estaba. Meanet. Alistar y mi abuelo parecían no poder articular palabra, por lo que lo hice yo.
-¿Qué haces aquí?-Di un paso al frente y me empujó hacia tras. Si mi abuelo hubiera estado ahí de verdad, no me habría caído pero no fue así y me di contra una estantería. Antes de que pudiera levantarme, Alistar se puso delante de mí e impidió que Meanet volviera a ir a por mí. Mi abuelo había desaparecido y al darme cuenta, un único pensamiento cruzó mi mente. “Cobarde”.  Meanet y Alistar estaban luchando, y al parecer, Alistar no iba demasiado bien. No sabía que hacer. Cuando todo iba mal, la puerta se abrió, y pareció que la tienda entera se había congelado. Alistar y Meanet dejaron de luchar, yo me quedé quieta, y objetos que volaban por el aire volvieron a su sitio original.
-¿Laura?- Tenía que estar soñando. No. Esa no podía ser su voz. Alberto. ¿Qué hacia él aquí? Menos mal que estábamos en una sala que no se veía a simple vista, para ver la puerta había que entrar en la tienda  y para entrar a la habitación, apartar una mesita pequeña. Pero claro, dudaba que Meanet hubiera cerrado la puerta, por no hablar de  colocar la mesilla mediante un conjuro. Me giré y comprobé que, como pensaba, estaba abierta. Deseé con todas mis fuerzas que se cerrara, no podía permitir que nada malo le sucediera, y estaba segura de que si entraba aquí, no iba a salir bien. No llegué a tiempo. Cuando quise cerrarla, Alberto ya había puesto un pie en la habitación y tenía los ojos clavados en mí. Meanet le vio en seguida y le reconoció. Todo fue muy rápido. Se libró de Alistar empujándole contra una pared y éste quedó inconsciente por el golpe. Meanet avanzó hacía nosotros con furia reflejada en sus ojos. En sus manos se acumulaba magia, que sin duda iba a dirigir hacia uno de los dos. En un principio, pensé que la usaría contra mí, pero en el último momento se giró hacia Alberto. Empecé a correr lo más rápido que pude hacia él, no le iba a tocar. No se lo permitiría. Nos lanzó el rayo cuando estaba delante de Alberto. “Por favor. Por favor. Deseo que estemos en un lugar seguro. ” Abracé a Alberto y desaparecimos en seguida, pero pude notar el impacto del golpe en mi espalda y aunque intenté evitarlo, dio también a Alberto, que soltó un grito de dolor. Cerré los ojos y al abrirlos, comprobé que estábamos a salvo. Sonreí aliviada, pero ver a Alberto en el suelo tumbado, con los ojos cerrados, me hizo darme cuenta de que la pesadilla no había terminado aún.
-¡Alberto!-Me arrodillé y puse su cabeza en mis piernas. Le sacudí los brazos, pero no ocurrió nada.. No reaccionaba. Le tomé el pulso y supe de que seguía vivo, aunque su corazón latía muy despacio. Las lágrimas empezaron a caer una tras otra en sus mejillas. No nos podía estar pasando esto. No. Tenía que estar soñando.

6 comentarios:

  1. Esta bien, pero a lo mejor has desarrollado las cosas de este capítulo muy rápido. Pero hay cosas muy buenas XD. Un abrazo Sergio

    ResponderEliminar
  2. El capitulo esta muy bien, pero a lo mejor lo has desarrollado muy deprisa. Aun así me gusta XD Un abrazo Sergio

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajaja con un comentario valia;) esque lo tenía todo en la cabeza y tenia que ponerlo xD ´
      me aleegro^^

      Eliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Genial me gusta, siguiente! Gracias por tu comentario :) Me alegra mucho de veras. Un beso.

    ResponderEliminar