Salir de ahí no era un
problema. Igual que habíamos llegado podríamos irnos. Me levanté y ayudé a
Alberto a que se levantara el también. Aunque aparentemente estaba bien, no
quería que hiciera ningún esfuerzo innecesario. Le cogí de la mano y empezamos
a andar, aunque al poco tiempo paramos.
-Cierra los ojos. –Me puse
enfrente de él y le cogí la otra mano.
-¿Por qué? –Me miraba con
curiosidad.
-Es más cómodo si cierras los
ojos. –Por la expresión de su cara me di cuenta de que no estaba entendiendo nada.
–Nos vamos a transportar al parque que hay cerca de tu casa mediante mi don, y
aunque no hace falta, es mejor que cierres los ojos. En un segundo estaremos
ahí. Confía en mí.
-Confío en ti. –Le sonreí y
cerramos los dos los ojos. Deseé estar en el parque con todas mis fuerzas y
cuando los abrí ya estábamos en él.
-Ya puedes abrirlos. –Los
abrió y pestañeó varias veces.
-Guau… ¡Esto es increíble!
Hace un momento estábamos ahí, y ahora, ¡estamos aquí!
Me reí y le conduje hasta un
pequeño banco que había enfrente de nosotros.
-Laura, oye…no recuerdo muy
bien lo que ha pasado pero…Me has salvado, ¿verdad? –No pude evitar dar un
respingo al acordarme.
-Bueno, podría decirse que
si…Aunque es culpa mía.
Me miró sin comprender.
-¿Qué es culpa tuya?
-Todo…Si no tuviera este don,
si no te hubiera hablado de él, no
habrías ido a la papelería de Alistar y no te habría pasado nada. –Lo último lo
dije sin fuerzas, en apenas un susurro. Solo de recordar lo que podría haberle
pasado…Todo mi cuerpo se estremeció y un nudo me oprimió la garganta con
fuerza.
-Pero estoy bien, Laura. No
lo pienses más. –Me puso un brazo sobre los hombros y me colocó la cabeza en su
pecho. Aunque no quería, empecé a llorar. Llevaba todo el día llorando, que
persona más triste.
-Tranquila, Laura. No pasa
nada.
-¿Cómo que no pasa nada?
¿Pero, y si hubiera pasado? ¡No me lo perdonaría! Necesito que estés bien. No
puedo dejar que corras ningún riesgo. –No pude seguir hablando. Aunque él
tampoco me dejó ya que puso un dedo sobre mis labios mandándome callar.
-Laura, mírame. –Levanté
la cabeza y nuestras miradas se
encontraron. Me tranquilicé al instante. -¿Me ves? Estoy bien. Perfectamente.
Deja de preocuparte por algo que ya ha pasado. –Me dio un pañuelo y me limpié
las lágrimas.
-Si…tienes razón.
-Lo sé. –Se rió y de nuevo
puso mi cabeza en su pecho. –Bueno, princesa, ¿quieres que vayamos a alguna
parte?
-Vale, pero no sé dónde.
Estamos cerca de tu casa y no conozco mucho esto.
-Entonces seré tu guía.
Vamos. –Nos levantamos y me besó. Cuando nos separamos, después de un par de
minutos, aunque a mí no me pareció más de un segundo, me rodeó la cintura con
su brazo y empezamos a andar. Paramos enfrente de un café-bar y entramos.
-Esta es solo nuestra primera
parada. Cogemos un par de bocadillos y nos vamos. ¿De qué lo quieres?
-Me da igual. Confío en tu
buen gusto. Aquí dentro hace mucho calor, ¿te importa si te espero fuera?
-No, tranquila. En un momento
salgo. Invito yo, ¿vale?
-No, de eso nada. Tú ya me
invitaste a palomitas el día del cine,
ahora me toca a mí. ¿Con quince euros bastará para coger también bebidas?
-De sobra. Espérame fuera.
-Vale, toma los quince euros.
-Los saqué de mi bolso, se los di, salí fuera y me senté en un banco que había
al otro lado de la calle. No habían pasado ni cinco minutos cuando Alberto
salió. Me levanté y crucé la calle. Cogí la bolsa que me tendió y miré de que
era mi bocadillo.
-¡Ala, es de tortilla de patatas
y cebolla!. ¡Me encanta! Muchas gracias, cariño.
-De nada. Ya sabía que te iba
a gustar. –Me guiño un ojo y empezamos a andar de nuevo.
-Bueno, ¿y a dónde vamos?
-Cerca de aquí hay un parque
por el que pasa un río. Hay sitio donde poder sentarse , había pensado ir ahí a
comer y luego a otro sitio, pero ese es sorpresa.
-Uy, suena genial. Vamos.
Andamos poco tiempo, diez
minutos, hasta que llegamos al parque. Era precioso, todo lleno de árboles y
parecía bastante grande. Entramos y seguimos un camino, aunque pronto empezamos
a andar por el césped. El ruido que hacía el río y el viento al mecer las hojas
de los robles que nos rodeaban me transmitía tranquilidad. Llegamos al río y
nos sentamos en el césped. Sacó los bocadillos y me dio el mío junto a una
Coca-Cola light.
-Gracias.
Comimos en silencio,
escuchando el sonido del río y del viento. Terminamos de comer casi a la vez y
nos tumbamos, él sobre el césped y yo muy cerca suya, con mi cuello sobre su brazo.
-Te quiero. –Ya nos lo
habíamos dicho antes, pero no me cansaba de oírlo. Sonreí y me puse boca abajo,
mirándole a los ojos directamente.
-Y yo. Muchísimo. Más que a
nadie. –Me incliné y le besé. Y nos seguimos besando durante mucho más tiempo.
Poco a poco, había dejado de oír y de
sentir la hierba sobre la que estaba apoyada y al viento meciéndome suavemente.
Solo le sentía a él, y en todas partes. ¿Cómo podía quererle tanto? La respuesta me vino enseguida. No separamos
y le abracé.
-Gracias. –Lo dije en un susurro
y si no hubiéramos estado tan cerca no me habría oído.
-¿Por?
-Porque eres tú quién me ha
salvado a mí.
-¿Así? ¿Y de qué?
-De todo. Sin ti no sería
capaz de aceptar todo esto que me está pasando. Nadie más que tú podría
entenderlo y mucho menos ayudarme tanto sin proponérselo. Cuando estoy contigo
lo olvido todo, nada es tan importante
como tú. Puedo ser yo misma, Laura, sin más, no me siento como la Laura que
tiene un don que no sabe usar y con el que no causa más que problemas. Me
siento cómoda. Antes mi vida me gustaba, no me podía quejar, a lo mejor era un poco monótona pero estaba
acostumbrada. Ahora que estoy contigo, cada día es distinto. Me despierto
sonriendo y me acuesto igual. Me siento afortunada de tenerte a mi lado. –Por
fin lo había dicho. Bajé la mirada con timidez y la fijé en una mariquita que
se había posado en mi mano derecha.
-Entonces tú también me
salvaste a mí. –En cuanto terminó de hablar le besé. Por todos los otros besos,
por cada abrazo, por todos los días que habíamos pasado juntos, por cada
sonrisa, por cada momento, por todo, pero sobretodo, por que le quería y porque
en ese momento la felicidad que sentía era tan grande que pensé que a partir de
entonces las cosas mejorarían. Que equivocada estaba.
Me acorde de comentar jeje
ResponderEliminarQue romántico escribes genial. Me ha parecido como si lo estuviera viendo. Sigue que tengo curiosidad.
Besos,
Maria (la leyenda)
jajaja muchas gracias:D en cuanto termine el siguiente lo subo:) Espero tardar poco...(:
EliminarUn beeso!
Me encanta como escribes enserioo:) Demasiadoo romanticoo Adoro a Laura y ALBERTOOO<3 Ya te sigoo desde : http://tocaelcieloysonrie.blogspot.com.es/
ResponderEliminarEspero verte por alli:)
Ai, muchaas graacias, me aleegro^^ jajaja ahoraa mismo me paso:) Un beeso!
EliminarAwww que bonitoooo <3. Aquí estoy comentando ya :) Continua por favor la curiosidad me invade. Muchos besos.
ResponderEliminarMuchaas graacias^^
EliminarSí, en dos días o por ahí subiré el 16 :P
Bueno a mi me ya sabes k me dejo encantado
ResponderEliminarEspero poder leer el proximo muy pronto y k por lo menos sea tan bueno como este
Un beso Sergio
jajaja ^^ si, en dos o tres días :D
Eliminarun beeeso!