viernes, 17 de febrero de 2012

CAPÍTULO 3 :)

-Laura, ¡LAURA!- Lucía me sacudió del brazo interrumpiendo el hilo de mis pensamientos.- ¿Me escuchas?
-Perdona es que estaba pensando en otra cosa. ¿Qué decías?
-Ya lo había notado. ¿Y en qué eh, pillina?
-En nada importante, hazme caso.- Los ojos verdes de mi amiga se clavaron en los míos y noté que no me había creído, después de tanto tiempo juntas no podíamos ocultarnos nada y menos algo tan importante para mí. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer?
-Seguro…bueno da igual, ya me enteraré. Te decía que si te parecía bien que invitara a Alberto a mi fiesta, ya sabes…como no os lleváis demasiado bien últimamente...si no quieres no pasa nada, ¿vale?
-No, no me molesta tranquila, hazlo si quieres.- Al oír mi respuesta sus ojos se iluminaron y sus labios se tornaron en una sonrisa de agradecimiento. En las siguientes horas intenté pensar lo menos posible en Rubén y mi don. Cuando por fin las clases terminaron recogí mis cosas y salí corriendo, ni quería ni podía estar ahí ni un minuto más o me volvería loca. Al momento de salir del colegio, noté unos pasos detrás de mí. Pensando que sería Rubén me giré temblando pero no fue a él a quien encontré, sino a una persona a la que nunca hubiera esperado encontrar, Alberto.
-¿Qué haces tú aquí?- mi voz sonó mas irritada de lo que quería, pero con el susto que me había dado…
-Solo quería hablar contigo un momento, si no te importa claro.
-No, no me importa pero date prisa.
Noté su desilusión al oír mi respuesta y como se iba poniendo nervioso a medida que pasaba el tiempo.
-Venga habla, perdona por haber sido tan borde, pero me sorprende que me hables después de estas últimas semanas…
-De eso mismo quería hablarte…estas semanas no me he portado muy bien contigo pero tiene su porqué.
-Y supongo que no me lo vas a decir, ¿me equivoco?- Cuando terminé de hablar, soltó una risilla nerviosa y clavó la mirada en el suelo.
-No, no te equivocas, pero es que no puedo decírtelo aún, pero te lo diré lo prometo…mientras tanto, ¿amigos?
-Sí, amigos claro - No pude evitar que se notara el desconcierto en mi voz, pero es que me había sorprendido, parecía una disculpa en serio. Le miré y vi como una gran sonrisa se extendía por su rostro.
-¡Gracias!-nada mas terminar de hablar salió corriendo, dejándome sola. Me convencí a mí misma de que no importaba y que tenía otras cosas más importantes que hacer. Empecé a andar hacia mi casa pensando en mi don, no podía haberse ido así por que sí. Cuando ya estaba entrando en mi calle se me ocurrió una idea. A mi lado había una planta un poco estropeada, podría desear que estuviera bien. Crucé los dos, cerré los ojos y deseé con todas mis fuerzas que se recuperara. Cuando los abrí una hermosa planta se encontraba a mi lado.
-¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiii! Ha funcionado ¡Ha funcionado!- Miré a mi alrededor y vi como toda la gente que había en un radio de quince metros se giraba en mi dirección y me miraba como si estuviera loca. En seguida me puse roja, que vergüenza mas grande…Seguí andando y mirando la punta de mis zapatos hasta que llegué a casa. Dejé la mochila y subí a mi habitación todavía colorada, abrí la puerta, puse música y me tumbé en mi cama, sintiéndome completamente feliz. ¡Tenía mi don! Pero al momento la felicidad fue sustituida por la duda porque de todas maneras algo iba mal, porque con Rubén cerca no funcionaba. Estaba pensando en eso cuando me acordé de que debía encontrar el libro, lo que no parecía demasiado fácil. Bueno…Podía desear tenerlo. Al menos así no tendría que buscarlo. Cerré los ojos, crucé los dedos y deseé que apareciera en mis manos. Nada. No funcionó. ¿Por qué? ¡Hacía un momento había funcionado! Como a otras tantas preguntas no encontré respuesta. Aunque esto no era demasiado importante, realmente daba igual, daría muchas vueltas hasta encontrarlo, pero bueno. Aparte de eso… Fui al baño, me peiné y bajé a la cocina.
-Mamá, necesito dinero.
-¿Para qué?
-Marina se ha puesto enferma- obviamente no la dije que por que yo lo había deseado.- Ha venido un sustituto nuevo y nos ha mandado comprar un libro, dice que el nuestro es una porquería.- Me miro con incredulidad y me preguntó:
-¿Él ha dicho que es una porquería?- Naturalmente, no se lo creía, hasta a mi misma me costaba y eso que estaba delante en ese momento.
-Sí mamá, si fuera mentira no te lo diría, ¿no crees?
-Tienes razón, pero es que no lo entiendo. Pero bueno sí, toma el dinero. ¿Y de que editorial es?
-Facistol. ¿La conoces?- esperaba que dijera que si, así con un poco de suerte me podría decir dónde encontrarlo.
-No lo he oído en mi vida, lo siento. Pero hay varias librerías y papelerías cerca seguro que en alguna lo tienen. –Nada, me iba a tocar ir a todas y perder la tarde.
-Bueno pues nada, me voy. Adiós.- Le di un beso rápido y me fui. La primera a la que iba a ir era la que mas cerca estaba y a la que iba cada vez que necesitaba algo para el instituto. En cuanto entré la dueña, Pilar me saludó con una sonrisa.
-Hola, Laura, ¿Qué necesitas?
-¡Hola! Un libro de Física para 2º de Bachillerato de la editorial Facistol.
-¿Estas segura que de la editorial Facistol? Esos libros dejaron de venderse hace tiempo y los dejamos de traer porque nadie los compraba. No hacían nada más que ocupar sitio. -En cuanto vio mi cara de decepción me dijo fuera a una que estaba en la calle Leonés, que ahí seguro que había. Le di las gracias y salí confiando en que ahí lo encontraría, pero se repitió la misma escena y en las siguientes a las que fui igual. Salía de la última cuando me encontré con Alberto.
-Hola Laura. ¿Qué estas, buscando el libro?- en cuanto lo dijo me di cuenta de que parecía estar tan contento como esta mañana, En cuanto terminó la frase me sonrió y no pude evitar pensar que qué sonrisa tenía y en como podía no haberme fijado hasta ahora. Nos conocíamos desde los 5 años.
-Eh…sí, ¿tú lo has encontrado?- Mientras le contestaba no dejaba de mirarla, era la más bonita qué había visto en toda mi vida.
-No, ya no se ni adónde ir…Menudo sustituto nos ha tocado. Pensaba que todos eran buenos y que ninguno se preocupaba demasiado por dar clase.
-Yo pensaba lo mismo, pero ya ves que no es así. Al parecer nos equivocamos.
-Si…menuda suerte. Bueno, me voy a seguir buscando. Hasta mañana.
-Lo mismo dijo, haber si lo encontramos pronto. –En cuando terminé la frase se fue medio coriendo como esta mañana, dejándome tan asombrada como entonces. Me quedé hay quieta, observando como se alejaba y pensando en como no me había fijado antes en la forma en la que sonreía. Empecé a andar con la esperanza de que me hubiera saltado alguna papelería. Cuando volvía a mi casa me fijé en una calle que nunca antes había visto. Era estrecha y bastante larga y parecía no tener salida. Pero lo que más me llamó la atención fue el nombre de la calle: Facistol. ¿Desde cuándo estaba esta calle aquí? Si solía pasar a menudo por estas calles y siempre me fijaba en todo. No era normal que se me hubiera pasado una calle entera. Entré y me quedé más asombrada aún que antes. Aunque vista desde la calle principal parecía estrecha, apenas cabria dos personas juntas, ahora era mucho mas ancha y además había cosas que antes no había visto, como un pozo en el centro y una hilera de árboles que cubría toda la calle. Al menos había algo que si que era como había pensado, no tenía salida. Había empezado a andar sin darme cuenta, mirando cada casa, cada árbol y cada flor. No había dos iguales. ¡Era increíble! Justo cuando iba a darme la vuelta escuché un ruido a mi espalda. Sobresaltada, me giré y me quedé de piedra al ver que dónde antes había un muro ahora la calle seguía y que no había ni tiendas, ni viviendas ni nada. Solo algo parecido a una papelería. En cuanto empecé a andar y pasé el lugar en el que anteriormente había estado el muro volvió a aparecer. Solté un grito e intenté derrumbarlo pero no conseguí nada, estaba atrapada. Me levanté y entré en la papelería. Las paredes eran de muchísimos colores y cada una tendría al menos veinte cuadros, todos con estilos completamente diferentes. En una de ellas había una mesa y encima, una caja registradora, que parecía tener muchísimos años. Probablemente, sería uno de los primeros modelos.
-Hola. ¿Quieres algo?
Me giré sorprendida al oír la voz y vi  un hombre mayor, de unos sesenta años, quizá más. Era alto, delgado, con el pelo y la barba blancos y unos ojos azules y profundos. Por el tono de su voz parecía enfadado, sin embargo una sonrisa se extendía por su rostro. No sabía por qué, pero me recordó a papa Noel y sonreí sin poder evitarlo.
-Eh…Hola. Su tienda es increíble. ¿Desde  cuándo trabaja usted aquí? No la había visto nunca, aunque si le soy sincera, tampoco la calle…
-¿Cómo te llamas?- se notaba cierto interés en su voz, como si mi nombre fuera algo importante.
-Laura. ¿Y usted?
-Alistar. - menudo nombre. Alistar… Le quedaba bien, la verdad. Pero aun así era un poco raro, a juego con su tienda.
-Bueno señorita, y ¿qué buscaba?- Cierto, ya se me había olvidado el motivo principal de que hubiera entrado en la calle.
-Verá, buscaba un libro de Física para 2º de Bachillerato.
-¿De que editorial?
-Facistol. ¿La conoce?- Esperaba que dijera que sí, no me quedaban más sitios en los que buscar.
-Sí, la conozco. Y no solo eso, si no que también tengo el libro que buscas. Espera un momento.- ¡Por fin! Ya lo tenía. Después de recorrerme la mitad de la ciudad, lo había encontrado.
-Aquí tienes, Laura. ¿Cómo es que ahora buscas un libro? Está a punto de terminar vuestro curso, ¿no?
-Sí, pero ha venido un nuevo profesor y es un poco…especial.
-Jajaja entiendo… ¿y cómo se llama?
-Rubén. Es muy serio, parece que no se ríe nunca. Da un poco de miedo, con esos ojos verdes que parece que te van a hipnotizar y esa cicatriz en la mejilla.
Nada más oír el nombre y cómo era cambio el semblante al completo.-¿Se encuentra bien? Se ha puesto muy pálido.
-No, no, estoy bien…aquí tienes el libro.
-Vale, ¿cuánto cuesta?
-Nada, te lo regalo. Digamos que es un favor. Ya me lo devolverás más adelante. Venga vete, que te está esperando tu hermano, Jorge.
¿Cómo sabía que me estaba esperando mi hermano? Y no solo eso, si no que además sabía que se llamaba Jorge. Ahora la pálida era yo. No tuve tiempo para preguntarle porque sin saber cómo, me encontraba fuera de la tienda, que había cerrado.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario