sábado, 18 de febrero de 2012

Continuación capítulo 3:)

Últimamente todo lo que me pasaba era demasiado raro. ¿Sería por mi don? Sí. ¿Y porqué se había puesto así al oír el nombre de Rubén? No tenía sentido.
“Welcome to my life…”
Mi móvil. Lo cogí y mire el nombre en la pantalla. Lucía.
-¡Hola Lu!
-¡Hola! ¿Qué tal? ¿Dónde estás? Te llevo llamando más de media hora y nada. Me salía que lo tenías fuera de cobertura.
-Lo siento. Lo tenía encendido, no sé porque ponía eso. Pues bien, aquí como siempre. ¿Qué pasa?
-Nada, que me aburro. Quería hablar contigo. Pero si estás muy ocupada no pasa nada.
-No, no. Pero no sé que contarte.
-Bueno, te cuento yo a ti. ¿Sabes ya si vas a venir a mi fiesta? Di que sí por favor. Por favor, por favor, por favor. ¡Tienes que venir!
No pude evitar reírme. Como siempre que hablaba con ella. Era imposible no hacerlo.
- Sí, claro que voy. Cuenta conmigo. ¿A qué hora es?
-¡Genial! Ya verás que bien nos lo vamos a pasar. A las siete, aunque si vienes a las cinco y media para ayudarme pues mucho mejor.
-Va. A las cinco y media estoy ahí. Lo siento, pero me tengo que ir ya. Luego hablamos, Lu.
-¡Adiós Laura!
Colgué y seguí andando, más animada. El sábado. Quedaba justo una semana. 
Cuando llegué a mi casa y subí a mi habitación me encontré con mi hermano sentado en la silla de mi escritorio.
-¡Por fin! Llevo esperándote un buen rato. ¿Dónde te habías metido?
“Venga vete, que te está esperando tu hermano, Jorge.”
Alistar. ¿Cómo podía saberlo?
-¿Laura? -Jorge se levantó de la cama y vino hacia mí. -¿Estás bien?
-Eh...si, sí. ¿Qué quieres?
-Esta noche voy a ir al cine con Isa y con su hermano. Si quieres venir…Me parece que va a tu clase.
-¿Cómo se llama?- No pude ocultar mi asombro. ¿Isa tenía un hermano, que además iba a mi clase?
-Sí, se llama…Alberto creo.
¿Qué? ¿Alberto? No puede ser. Me lo habría dicho y si no, de alguna manera me habría enterado. Además cuando éramos pequeños nos íbamos juntos y no recuerdo haber visto nunca a Isa.
-¿Estás seguro? No creo que sea él.
-Sí, bueno la verdad es que no estoy seguro. Jugabas con él cuando eras pequeña.
-Sí, es Alberto. - No me lo podía creer. ¿En serio su hermana era Isa? ¿Quedar con él?
Es cierto que estos últimos dos días estaba bien conmigo pero aun así…Volver a ser amigos a, ir al cine… Aunque la verdad era que me apetecía ver su sonrisa de nuevo.
-Vale, contad conmigo. ¿Y qué película vamos a ver?
-Aún no lo sé. Ahora lo miraré con Isa. Y una cosa, tú te pagas la entrada, ¿eh? No pienses que te voy a invitar.
-Tú tan majo como siempre. Ya lo suponía. Pues ala, fuera de mi habitación, tengo cosas que hacer.
Se fue protestando, pero me dio igual. Me tumbé en la cama y puse música. Everytime We Touch de Cascada
.
“I still hear your voice when you sleep next to me; I still feel your touch in my dreams…”

No dejaba de pensar en Alistar. En él y en su tienda. Bueno… mas bien en todo lo que había sucedido desde que entré en la calle. Estaba segura de que esa calle no llevaba ahí mucho tiempo. Y no podía haber aparecido así porque sí, eso era imposible. Aunque claro, mi don también lo era, y mira. Al final resulta que todos los que decían que nada es imposible tenían razón…Uf. Es que nada de esto tenía sentido. No encontraba una respuesta. Ni para mi don, ni para la calle, ni para el muro, ni para el extraño encuentro con Alistar.
-Laura, vístete. Nos vamos en media hora. Hemos quedado a las siete y media en la puerta de tu instituto y son las siete menos cuarto. Date prisa, si no me voy sin ti. 
-¡Voy!
Me levanté corriendo y abrí mi armario. No sabía que ponerme. ¿Vestido o falda?
¿Pantalón vaquero? Vestido. No, demasiado arreglado, solo iba al cine. Pantalón. Lo llevaba todos los días. Lo mejor sería ponerse una falda. Decidido. La falda blanca cortita con medias rosas, una camiseta a juego ajustada metida por dentro y los tacones nuevos. Perfecto. ¿Y en el pelo? No estaba muy sucio, pero tampoco tan limpio como para llevarlo suelto. Aunque la diadema rosa que me había comprado quedaba tan bien…Fui al baño y me pinté un poco. Lo justo, un poco de sombra de color rosa en los ojos y brillo de labios.
-¡Ya estoy Jorge! ¿Nos vamos?- Entré en su habitación y vi que aún se estaba vistiendo. Iba a tener que esperar como siempre. Y eso que dicen que las chicas tardamos más en arreglarnos. Está claro que eso no se puede aplicar a mi hermano. Fui a su cama y me senté, apartando la montaña de ropa que había dejado encima. Madre mía…mamá le iba a regañar muchísimo al verlo. Mejor recogerlo. Estaba claro que él no lo iba a hacer, y yo tampoco tenía demasiadas ganas. Opté por lo fácil. En  cuanto se fue al baño, deseé que estuviera recogido todo. Aún sin encontrar el porqué, mi don era realmente útil. Sonreí y bajé las escaleras. Jorge me esperaba en la puerta. Nos despedimos de mi madre y salimos medio corriendo, ya que mis tacones no daban para más. Llegábamos un poco tarde, por no decir mucho. Isa y Alberto ya nos estaban esperando. Isa, tan arreglada como siempre, y a su lado, Alberto. Iba en vaqueros y encima de una camiseta blanca lisa, llevaba una camisa negra, con algo escrito que, por la distancia, no lograba ver. Estaba guapo. En seguida deseché ese pensamiento de mi mente. No, no estaba guapo. ¿A quién quería engañar? La verdad es que Alberto era uno de los chicos más guapos que conocía. Y sin ninguna duda, él tenía la sonrisa más bonita.  Cuando llegamos  dónde estaban, mi hermano y Isa se dieron un beso, y Alberto y yo bajamos la mirada al suelo, un poco incómodos. Ninguno sabía que decir. A lo mejor ir no había sido tan buena idea.
-Hola, Laura.
-Hola, Alberto. ¿Qué tal estás?
-Ahora, muy bien. -en cuanto terminó la frase, bajó la mirada con vergüenza, como si hubiera dicho algo que no tenía pensado. No supe muy bien  porqué, pero yo también me puse roja. Uf. Aún así, me sonrió con timidez, y no pude hacer menos que sonreírle yo también. Igual que las otras veces.
-Bueno, chicos, hay que ponerse en marcha o no llegamos. -Mi hermano se rió al vernos así a los dos, y le dijo algo al oído a su novia que no entendí, pero nos miró a los dos y sonrió.
-Sí, vamos. - Empezamos a andar los cuatro. Jorge e Isa delante de la mano. Alberto y yo les seguíamos pero sin acercarnos demasiado, no queríamos molestar.
-Bueno y… ¿al final has encontrado el libro?
-Eh…bueno, sí. En una papelería cerca de la calle principal. Pero no le quedaban más. ¿Y tú?
-Sí, tenía uno mi madre. Se lo dio una amiga suya hace dos meses, pero no sé para qué. Después de andar un montón, resulta que lo tengo en mi casa.
Se rió y yo con él, estábamos un poco más relajados.
-¿Vas a ir a la fiesta de Lucía?
-Claro, recuerda que es mi mejor amiga. No podía faltar. ¿Y tú? Me ha dicho esta mañana que te iba a invitar.
-Sí, me ha invitado. Pero no sé si voy a poder ir. Espero que sí.
-Bueno, pues si vas nos veremos ahí. -No sabía que más podía decir. Hace una semana nos llevábamos fatal, y ahora estábamos yendo al cine junto a nuestros hermanos. Cómo cambian las cosas. Ya quedaba poco para llegar al cine, podíamos ver el edificio.
Nada más entrar me pidió el dinero y se fue a coger las entradas con Isa, mientras que Alberto y yo cogíamos las palomitas. Dulces para los dos. Cuando íbamos a pagar, me acordé de una frase que dijo Lucía hacía tiempo.
“Cuando quedes con un chico, pidáis la misma comida y además sea dulce, es que estáis hechos el uno para otro, así que no lo dudes y bésale antes de que sea demasiado tarde”

Miré a Alberto con timidez. Sin duda, mi amiga estaba loca. ¿Cómo iba a hacer eso? 
La verdad es que Alberto era realmente guapo. Y simpático. Y seguro que besaba genial. Uf. Sentía como me iba poniendo roja, cada vez más y más.
-Alberto…ahora…ahora vengo. Te dejo aquí el dinero. Perdona.
Salí corriendo hacia los baños, antes de que me viera así. ¡Dios! ¿Qué me estaba pasando? Abrí la puerta y me eché agua fría en los brazos y en la cara. Mucho mejor.
Me sequé y salí,  estaba esperándome sentado junto enfrente. Cuando me vio se levanto  y vino hacia mí.
-¿Estás bien? ¿Por qué has salido corriendo tan deprisa?
-Tranquilo, no pasa nada. Estoy perfectamente. Esto es mío, ¿no?
-Sí, toma. ¿Seguro que estás bien?- Parecía preocupado. Pobrecito. Es que a quién se le ocurre salir corriendo así…Estaba claro que solo a mí.
-Sí, sí. Segurísima. -Me miró a los ojos y empecé a ponerme nerviosa. Notaba como los latidos iban aumentando su ritmo. Uf. Y todo por culpa de Lucía y de su comentario.
-Por cierto, toma tu dinero. Te invito yo. -lo dijo sonriendo y me quedé mirándole asombrada. ¿Cómo lo iba a pagar él? Era poco, pero aún así…
-No, no, yo pago lo mío. ¿Por qué me ibas a invitar tú?- Me miró como si me viera por primera vez mientras me contestaba.
-Porque quiero. No irás a protestar, ¿verdad? Ya me invitarás tú más adelante.
¡Já! Que cara más dura tenía. Aunque me había hecho reír otra vez.
-Bueno…Vaaaale. Vamos, ya nos deben de estar esperando desde hace rato.
-Si, tienes razón.
Fuimos a la puerta de nuevo y ahí estaban Jorge e Isa. Habían cogido entradas para una película de acción nueva con una pinta un poco aburrida. Cuando entramos en la sala y nos dieron las entradas nos dimos cuenta de que estábamos en filas diferentes. Unas eran para las diez y otras para la cinco. Los dos subieron a la diez, y a Alberto y a mí nos dejaron en la cinco. Miré de reojo a Alberto, parecía feliz. Nos sentamos en nuestros sitios justo cuando empezaron los anuncios y las luces se apagaron. Vi como se acercaba a mí hasta que entre su brazo y el mío habría como mucho 4 cm. Noté como iba poniéndome cada vez más nerviosa. Esperaba que no se diera cuenta, seguramente estaría roja de nuevo. Uf. ¿Qué me estaba pasando? Necesitaba ir al baño. Me levanté y me dirigía a la puerta cuando noté unos pasos detrás de mí. Me giré y vi a Alberto.
-¿Laura? ¿Qué te pasa? ¿Te encuentras bien?- Empezaba a encontrarme realmente mal. Ya no eran solo los nervios. ¿Y nervios de qué? ¿De estar a su lado?
-No lo sé. Me he mareado un poco, lo siento. -Era verdad. Necesitaba sentarme y tomar el aire.
-Ven, siéntate aquí. -Me llevó hasta un banco que había fuera en la calle. Me senté y él a mi lado. Se le notaba preocupado. -¿Qué tal te encuentras? No tienes muy buen aspecto…-
Claro que no. No sabía porqué me sentía así. Solo éramos amigos, nada más. Y estamos en el cine por nuestros hermanos, eran la única pareja aquí. Alberto no me gustaba, y yo tampoco a él. No había más. Tenía que tranquilizarme. Después de respirar hondo una, dos, tres veces, me sentía mucho mejor. Se lo dije y volvimos al cine. La película ya había empezado. Hasta que terminó no volvimos a hablar pero de vez en cuando nuestras miradas se encontraban y nos sonreíamos. Cuando salimos del cine Isa y Alberto se fueron por su lado y nosotros por el nuestro. No dejaba de pensar en Alberto, y eso me preocupaba. Todavía tenía la sensación de mareo, por lo que nada más llegar me fui a la cama sin cenar. Nada más entrar en mi habitación cerré la puerta, me quité la ropa, me puse el pijama y me hice una coleta alta.
You're beautiful like a dream come alive, incredible...”
Salí del baño andando despacio, arrastrando los pies hasta dónde estaba mi móvil. Un nuevo mensaje. De Alberto. Lo abrí temblando. Tanto, que casi lo borré sin poder leerlo.
“Hola, Laura. ¿Qué tal estás? Espero que mejor. Bueno, quería decirte que esta tarde me lo he pasado muy bien contigo. Otro día repetimos, ¿vale? Pero esta vez sin mareos. Un beso.”
“Hola. Mucho mejor y gracias, en serio. Sí, ha estado muy bien la verdad. Pues cuando quieras. Tú dime cuando puedes y quedamos. Sí, espero que sin mareos jajaja. ”
“No me las des, boba. No he hecho nada como para merecérmelas, es lo que habría hecho cualquiera. Vale, te lo digo en clase o por aquí. ”
“Ya, pero has sido tú, no cualquiera. Y no te las daba por eso solo, es por todo. Por una tarde así. ”
“Aún así. Entonces, gracias a ti también. Sin ti no hubiera sido lo mismo. Un beso.”
Uf. Y sin él. A pesar de todo, de los nervios, del mareo, había sido una tarde genial.
“De nada, pero vamos, que no tienes porque darlas, porque como acabas de decir, no he hecho nada. Y tampoco sin ti. ”
“Has hecho más de lo que tu crees. Bueno, te dejo que no me queda casi saldo. Buenas noches, guapa.”
“Buenas noches y guapo, tú.”
¿Cómo que había hecho más de lo que pensaba? Aparte de marearme como una tonta, no había hecho nada y no sabía cómo pero había pasado a ser algo más que mi amigo. En tan solo unas horas. Y eso no era demasiado bueno, teniendo en cuenta que él no me quería. Quizás como a una amiga, pero nada más. No podía empezara pensar en él como algo más. No, no y no. Pero… ¿Qué hubiera pasado si le hubiera llegado a besar? ¿Se hubiera apartado? ¿O me hubiera devuelto el beso? Que estupidez. Así de repente besarle…pensaría que estaba loca. Y tendría razón, porque para hacer eso…Pero aún así… ¡Basta ya, Laura! Alberto es mi amigo. Solo eso. Un amigo, nada más. No va a llegar a ser más que eso, así que deja de pensar tonterías.
Fue completamente inútil. Por mucho que me repetía lo mismo una y otra vez, me sentía completamente feliz y una sonrisa tonta se había extendido por mi rostro sin que pudiera evitarlo.
No me estaba enamorando, ¿verdad?
No, no llegaba a tanto.
¿O sí?
Esa noche él fue mi último pensamiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario